miércoles, 14 de marzo de 2012

Reflexión sobre la vida por Angeles Caso

Me ha encantado comprobar que hay personas que valoran las mismas cosas que yo y que, no se si todos o sólo algunos, reflexionamos e intuimos en parte lo que es la vida y para que estamos aquí. Por eso me atrevo a añadir una entrada de este personaje público y conocido.
Artículo publicado en La Vanguardia, escrito por la periodista Angeles Caso.

Será porque tres de mis más queridos amigos se han enfrentado inesperadamente estas Navidades a enfermedades gravísimas. O porque, por suerte para mí, mi compañero es un hombre que no posee nada material pero tiene el corazón y la cabeza más sanos que he conocido y cada día aprendo de él algo valioso. O tal vez porque, a estas alturas de mi existencia, he vivido ya las suficientes horas buenas y horas malas como para empezar a colocar las cosas en su sitio. Será, quizá, porque algún bendito ángel de la sabiduría ha pasado por aquí cerca y ha dejado llegar una bocanada de su aliento hasta mí. El caso es que tengo la sensación –al menos la sensación– de que empiezo a entender un poco de qué va esto llamado vida.

Casi nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias, sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que ensucian el mundo, los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan.

Rechazo el cinismo de una sociedad que sólo piensa en su propio bienestar y se desentiende del malestar de los otros, a base del cual construye su derroche. Y a los malditos indiferentes que nunca se meten en líos. Señalo con el dedo a los hipócritas que depositan una moneda en las huchas de las misiones pero no comparten la mesa con un inmigrante. A los que te aplauden cuando eres reina y te abandonan cuando te salen pústulas. A los que creen que sólo es importante tener y exhibir en lugar de sentir, pensar y ser.

Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.

También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada. O todo.

Mi camino en la Selva

Cuando llegamos al mundo se nos lanza en mitad de la selva. No conocemos nada de esa selva. Pero estamos con los padres o personas que decidimos estar y serán los que nos enseñen y muestren la vida desde su punto de vista, que no es el nuestro, pero... veremos que puede pasar o sucede..., Seguramente miles de combinaciones porque cada uno somos únicos y el camino el nuestro.

La mayoría no es consciente de que en la selva hay un camino que deberemos seguir para llegar a dónde tenemos que llegar.

Así que comenzamos a movernos en nuestro entorno cercano. Nos comemos lo que hay allí, arrasamos ese pedacito de terreno para llegar a un punto en el que ya no quede nada.

Llegado ese momento nos quedamos pensando en que algo pasa, ya no hay nada, nos aburrimos, nos desesperamos, nos amargamos, nos quedamos vacios, nos ahogamos en nuestro propio espacio, nos da la sensación de que hemos estado perdiendo el tiempo, en otros momentos nos rendimos y asumimos que esa es la vida que elegimos, sin imaginar que fuera de ahí puede estar el camino que nos lleve a sentirnos bien por ir hacía donde debemos ir...

(Pausa de un mes antes de continuar...)

Hace semanas que comencé a escribir sobré esta selva y me fué imposible continuar hasta hoy que lo retomo. No me sentía preparada ni con ganas de escribir lo que es esta selva, lo que he pasado en ella, las veces que me he apartado del camino y las veces que he sentido la necesidad de volver a él, sintiéndome desesperada, triste, amargada, encerrada, sin salidas... incluso en momentos con ganas de terminar esta andadura y pasar a mejor vida.

Pero hoy me apetece escribir sobre ese momento hace ya casi 7 años en que alguien muy cercano y que me quería de verdad me dijo: "Esther, ya no sonríes"

Es triste darte cuenta que has perdido la alegría y las ganas de ser feliz, que te has abandonado y te has rendido a la suerte, que no tienes las riendas de tu vida y principalmente... que no tienes ni ideas ni sabes por donde empezar de nuevo.

Ahora, desde la distancia se que esas palabra de mi amiga fueron las que activaron de nuevo mi cerebro para encender esa llama apagada. Para empujarme de nuevo a buscar mi camino y salir de ese trocito de selva en el que me había quedado encerrada desde hacía ya demasiados años. Diecisiete años luchando y dándome de golpes contra un muro eran demasiados y ya era hora de comenzar a reaccionar y encontrar de nuevo la luz y el brillo que me iluminase.

Pero antes de continuar quiero hacer algo que debí haber hecho hace ya tiempo... son sólo unos palabras, pero unas palabras llenas de amor y carino hacía alguien especial que paso y se quedó en mi vida: Gracias amiga Carmen, gracias por estar a mi lado y decirme las palabras oportunas y ofrecerme algo que me ayudaría a salir de ahí. GRACIAS.

Desde ese momento no he cesado de buscar ese camino que me de vida y brillo en los ojos. He roto con muchas cosas, he comenzado otras para volver a caer en la selva y apartarme de mi camino, pero... sigo, sigo buscando esa orilla del río que me llevé a sentirme libre y en la línea que necesito ir para no sentirme atada y amarrada.

Y lo que voy descubriendo es que cuando uno está en ese camino todo es más fácil, como si las cosas se fuesen dando solas, sin buscarlas, sin pedirlar, casi sin necesitarlas, simplemente están ahí y van apareciendo según vas avanzando y acercándote a ti y a tu fín en la vida.

Y que estar en el lugar que debes estar te hace sentir plena, llena de vida, de alegría, sin pesos, con la mente lúcida, el corazón grande y una sensación de libertad y de seguridad que jamás pensé tener.

Se que me queda mucho por aprender, mucho por vivir, mucho por hacer, pero... es tan bonito tener ganas de vivir y sentirte vivo después de haber estado a punto de no continuar que sólo puedo pensar y sentir lo afortunada que soy y la gente tan maravillosa que tengo y he tenido cerca que me da y me ha dado pistas o señales para buscar mi camino y retomarlo una y otra vez.

Me apartaré de nuevo de él? no lo sé, seguramente si, pero el tiempo que me aparte será lo suficiente para darme una nueva lección para seguir avanzando hacía ese paraiso que me está esperando.

Si, ya se que suena a muy espiritual, pero claro, es que el hombre es carne y espíritu... y no me voy a olvidar de nuevo de ello, hay que cuidar el espíritu que tuve tan abandonado y tanto daño me causó. Ya no repito de esos errores, ahora a cuidarme y a amarme en todos los aspectos y necesidades de este cuerpo y esta mente que me acompaña.

Y seguramente haya mucho que hablar de esta selva que es la vida... otro día, por hoy es suficiente para mi, no quiero recordar el pasado, sólo ver los efectos de mi presente y soy feliz, así que muestro mi alegría así.

Feliz vida y buena selva!!!!!