miércoles, 13 de noviembre de 2013

Roces de tu piel

Tu respiración en mi cuello, en mi rostro...

Aliento contra aliento...

Labios entreabiertos, bocas que se acercan... más cerca... 

Olerte... olerme...

Respirarte... respirarme...

Oírte.... oírme...

Ese juego que se inicia entre dos cuerpos ardientes, deseosos de caricias y de roces de la piel... de tu piel... de mi piel... o de más pieles que se incorporan en nuestro juego de amor y deseo.

Cuerpos que se rozan levemente...

Rostros que se observan frente a frente...

y se huelen,
y se escuchan,
y se sienten...

La luz ténue te acompaña en ese recorrido por reconocer las pieles extrañas que se rozan sin conocerse.

Te deslizas en la oscuridad entre los cuerpos acariciándolos con tu propia piel. Tus manos caídas no quieren interponerse ante las intensas sensaciones de rozarles con tus pechos, con tus brazos, con tu vientre...

Y le buscas... y te busca...

Y en esa búsqueda sientes el aliento y el calor de los otros cuerpos que te besan, que te tocan, que te envuelven... pero tu quieres que sea él quien te abrace, quien te bese, quien te haga sentir ese "algo más".

Y le buscas... y te busca...

El peso del pasado

Uno piensa que llega a este mundo puro, sin pasado, para inicar su única vida.

Sientes que sabes cosas, que presientes cosas, que "recuerdas" cosas... los famosos 'dejà vu' que siempre comentamos: 'eso ya lo viví yo'.

Y sobre todo cuando eres niño puedes sentir que eres diferente, que ves, que escuchas o que sientes cosas y te das cuenta de que tu mente es distinta.

Eso te puede asustar, agobiar, alterar, anular porque en ese momento te das cuenta de que no puedes decirlo, que no te comprenden, que te tachan de loco, tonto, enfermo... incluso tu mismo no lo entiendes y te cuesta comprenderte.

Y así vas iniciando tu vida con un mundo paralelo en silencio, del que no comentas, del que no compartes nada, del que intentas escapar e incluso eliminar y olvidar.

Pero ese mundo es tuyo, forma parte de tí y no vas a poder echarlo de tu mente ni de tu vida, porque es parte de tu esencia, de tu vida y de tus recursos para poder realizar aquello por lo que llegaste aquí.

El caso es que todos tenemos un pasado más allá de esta vida, pero no todos regresamos de la misma manera, ni con los mismo trabajos que cumplir.

Por lo que la famosa frase de "estamos de paso" no es más que un pasar y negar las responsabilidades por las que estás aquí.

Cada uno tiene algo que hacer en mayor o menor medida y no debemos evitarlo. Tenemos que ser responsables y enseñar a ser responsables.

Y a veces no comprendemos por qué somos de esta manera o por qué nos toca vivir unas determinadas situaciones y a otros no. O por qué a unos les pasan tantas desgracias y a otros no. O por qué otros viven mejores situaciones que tú.

Y con el paso del tiempo te das cuenta de que hay lugares en los que te sientes más cómodo, y sueñas o imaginas haber vivido en un bosque, o junto al mar, o en un castillo, o en un palacio. O que te gusta tener muchos hijos y disfrutas de ello.
Que te encantan los animales o que te asustan.
Que te gustan los uniformes o que los aborreces.
Que tu columna es frágil en la zona cervical.

Y yo me cuestiono: no serán recuerdos o lastres de vidas pasadas?

Por qué no puede ser posible que esa persona con un cuello debilitado, no sea porque en otra vida fue decapitada.

O esa mujer que rechaza los uniformes porque quizá en otra vida fue violada por un soldado.

Y por qué tu familia se caracteriza por poseer muchos casos de abusos, o enfados entre hermanos, o cotilleos y envidias... y ves que generación tras generación se repite lo mismo, como si formase parte de ese núcleo.

Esta claro que algo está influyendo en todo eso. Pero como no es algo racional, no le damos fiabilidad ni veracidad que le corresponde.

Pero hablemos de nuestros ancestros, esas personas que han forman parte de nuestro pasado generación tras generación hasta llegar a nosotros. No sé si has reparado en que el pasado de ellos, forma parte de nuestra vida actual, tanto para lo bueno como para lo malo.

Si ellos han vivido situaciones peligrosas, de riesgo, de amor, de abusos, de envidias, de poder, de acoso, de violencia... sea lo que sea, algo ha quedado en sus sucesores. Son esos lastres que ves que tu familia ha heredado generación tras generación y, que en este momento, está influyendo en tu vida y sabes que pueden influir en la de tus generaciones posteriores.

Compruebas que se repiten y se dan de nuevo esas situaciones que no te agradan. Sabes o intuyes que suceden por algo, porque ya las has conocido en tus abuelos, en tus tios, en tus padres, en tí y ahora en tus hijos o sobrinos... La herencia ancestral nos persigue, nuestra herencia "genética" nos acompaña.

Y por qué no puedes haber sido en distintas ocasiones una de esas personas? Acaso tienes la certeza de qué no se vuelve a este mundo? No sería posible haber tenido varias vidas, y en esas vidas que hayas sido alguno de tus ancestros?.

Pues si hay algo en la cadena genética que no te gusta... podría ser la hora de hacer algo por cambiarlo, no?

No deseo que mis hijos hereden ciertos comportamientos familiares como: abusos, rencillas, envidias, ...

Llegó el momento de hacer algo, y si tengo que ser yo quién rompa esa cadena voy a por ello.

Quiero dejar una mejor herencia a mis hijos; y a los hijos de mis hijos; y a los hijos de mis nietos; y así sucesivamente.

Conocer nuestros errores, nuestros fallos, nuestras equivocaciones... lo que es tuyo y lo que forma parte de tu herencia, conocer implica mover.

Cuento con haber tomado consciencia de ello. Cuento con muchas herramientas y aprendizajes para hacerlo. Y, sobre todo, cuento con que quiero acabar con ello.

Mi fuerza y mis ganas lo es todo... toda la vida luchando en causas perdidas, llego la hora de luchar por lo que nos beneficia y por la ruptura con el pasado enfermo.

Nuevas generaciones con nuevas bases que ayuden en la existencia de un mundo mejor. Creemos una vida diferente llena de libertad, paz, armonía y amor.

La crisis va a generar un cambio en las personas. Para sobrevivir  tendrán que saber compartir, ayudar, cooperar... se acabo el acaparar y el egoísmo y lo primero que deberíamos hacer como adultos responsables es enseñar a nuestros descendientes a ser mejores personas, a vivir sin egoísmos ni envidias. A que compartan y ayuden y a que colaboren por vivir en un mundo más humanizado y lleno de amor.

Les dejamos un mundo feo, lleno de odio, de avaricia, de individualismos poderosos... nos van a sorprender y a enseñar mucho las nuevas generaciones... y merecen todo mi respeto y apoyo incondicional.

Comienzo con mis hijos... llevo toda su vida comenzando con ellos, pero no dejo de comenzar constantemente según evoluciono, aprendo y entiendo.

Quiero que sean felices y sepan manejarse en este mundo en el que sólo tiene cavida el que es "normal". No se comprende a los diferentes, cuando son los que llegan a este mundo de locura a hacer un mundo mejor.

Pero mientras no sean ellos los que enseñan y muestran como debe ser la vida, tengo la responsabilidad de mantenerles fuertes, seguros, queridos y protegidos.

Y sobre todo de enseñar lo poco que sé o de contar lo que ellos ya saben pero no consiguen encajar en su puzzle.

Con que sientan que no están solos, que son comprendidos y que lo que sus mentes cuecen no es algo absurdo, sino la verdad y lo real, me doy por satisfecha.

Me ayudan. Les apoyo. Me aceptan. Les quiero. Me respetan y aman. Les amo.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Choque de libertades

Me planteo hasta dónde llega la libertad del individuo cuando se convive en pareja, ya que la libertad de uno puedo dañar los sentimientos del otro.

Qué se debe aprender para que ésto no suceda?

Cómo puedes evitar que el crecimiento de uno de los individuos no golpee en el interior del otro?

Qué derecho tienes a reprochar sus actos, cuando sabes que es lo que desea hacer, vivir, ... que todo eso forma parte de su ser y que nada tiene que ver contigo?

Esto de la pareja suele ser una de las grandes asignaturas pendientes de la humanidad.

Nunca sé sabe si se es demasiado flexible; o muy permisiv@, o que lo damos todo y... de repente nos damos cuenta de que estamos sufriendo, de que nos sentimos sol@s, vací@s, abandonad@s, incomprendid@s...

Seguramente algo no se esté haciendo bien.

A veces esperamos que la pareja se dé cuenta de lo que nos sucede sin que tengamos que decirlo (si yo me doy cuenta, por qué no lo hace el/ella?).

En otras ocasiones deseamos que actué como esperamos y si no es así, nos entristecemos. Eso nos modifica el momento en que vivimos, cosa que nos desagrada y descoloca haciendo que en nuestra mente se mezclen los sentimientos de dolor y tristeza con las supuestas situaciones que no se comprenden.

Y si no existe transparencia y sientes que no se te ha querido decir toda la verdad... aumenta la desconfianza, el dolor, la distancia... sabes que algo pasa y duele.

No deseas dejar paso a tu dolor y prefieres esperar callad@, dejando que tu mente procese y aprenda.

Sólo deseas que tu dolor se apacigue y que no aflore de nuevo.

Pero... Haces bien callando? Deberías mostrarlo? Son las preguntas que nos hacemos en estos momentos.

No sabemos si es lo mejor o lo peor, pero es lo que hacemos. Nos callamos.

Como ya se sabe, existen diferentes personalidades a la hora de enfrentar las situaciones y nosotros somos del tipo de no hablar sin que primero sepamos qué nos sucede; sin que tengamos claro qué nos molesta; sin que hayamos definido qué altera nuestra normalidad...

Y en la mayoría de las ocasiones analizamos tanto las cosas que acabamos por obterner las conclusiones que nos satisfacen y queda ese tema solucionado sin hablarse con la pareja.

Por lo que solitos lo hemos visto, nos lo hemos comido, los hemos digerido y, con suerte, al final, expulsado.

Si conseguimos que esa misma situación nunca más nos dañe, será por qué la hemos normalizado? o quizá es que teníamos algo pendiente de aprender y superar? o te estás preparando para que lo que está por venir no te duela o te duela en menor medida?

Sea lo que sea, te has dado cuenta de que te duele que quien te acompaña haga su camino, sobre todo cuando éste se distancia del tuyo.