martes, 25 de junio de 2013

Ansiando un paso más...

Llevo días inquieta por escribir, por aprender, por variar mi entorno, por pegar un salto más o... no se, sólo se que me estoy comenzando a cansar de todo.

Quiero hacer algo diferente, pero a la vez no quiero hacer nada.

Es como si lo más sencillo me llenase, pero por mi situación personal no consigo poder estar sin hacer nada.

Tumbarme y ver las nubes pasar. Pasear por el campo recogiendo flores. Respirar conscientemente...

Cosas sencillas, verdad? y por qué no consigo apartarme de los que me absorben para hacer esas cosas sencillas?

Necesito mi espacio, mi tiempo, me encanta disfrutar de mi.

Suena mal decirlo, pero no necesito a nadie para sentirme plena.

Vuelvo a sentir el cansancio de tener que estar con personas que no me apetece.

Si es muy sencillo... DEJADME VIVIR!!!!!

Mi forma de vida no tiene porque ser como la de todos. Yo me siento muy bien sola.

Prefiero estar sola que fingir que me encanta la compañía, las fiestas, la gente... hoy por hoy no encuentro gente con la que me sienta cómoda, al reves, cada vez me incomoda más la presencia de las personas.

Y no es soberbia, ni prepotencia, es simplemente que mi cuerpo no se siente cómodo.

Veo como me distancio de los demás, pero no me duele.

Quiero aprender otras cosas, vivir cosas nuevas, tener nuevas experiencias, pero no hablo de esa etapa en la que las nuevas experiencias consistían en llenar mi cuerpo de adrenalina, no, eso no, se trata de algo muy diferente.

Tengo la sensación dentro, pero aún no se expresarla en palabras ni cómo ni dónde debo buscar, simplemente siento que necesito comprender algo que aún desconozco.

Sólo se que ando inquieta por dentro y que necesito calmar mi interior.

Un paso más... SÓLO QUIERO DAR UN PASO MÁSSS!!!!

lunes, 10 de junio de 2013

Lazos que cortar, lazos que soltar

Mmmmm huelo y siento la primavera, esa estación llena de vida, de esperanza y de fe. Para mí es  muy especial simplemente porque es la estación que me recibió al llegar a este mundo.

Por eso quiero abrir mi corazón un poco más…

Soy una persona a la que le encanta reír y hacer reír. No me gusta que la gente que quiero esté triste, ni pierda el tiempo en enredarse en rencores, rabias o victimismo que lo único que hace es no dejarles ver lo bonito de la vida y la buena gente que les rodea…

Así que no voy a perder mi tiempo ni un segundo en causas perdidas.

Quizá intente hacer reaccionar a alguna persona que quiero, pero la verdad es que la experiencia me ha enseñado que en ocasiones no funciona y me desgasta, así que ahora  me mantengo al margen para que cada uno viva su vida tal y como quiere, tal y como debe…

Mi vida no ha sido fácil. He sufrido situaciones y he convivido con personas que no me han valorado ni cuidado como deberían haberlo hecho. Pero no soy la única, porque muchos de vosotros habéis vivido lo mismo en vuestra historia.

Pero por esa falta de valoración y de cuidado, perdí la noción de quién era, y llegué a pensar que no valía nada, incluso que me merecía lo que me estaba ocurriendo porque me lo había buscado. Dejé de vivir mi vida para vivir la de los demás. Deje de existir.

Me he visto hundida en la más enorme soledad que pueda existir. Incluso llegué a pensar que si desapareciese de este mundo sería una liberación no sólo para mí sino principalmente para los que me rodeaban.

Lo único que me mantenía con ganas de continuar eran mis hijos porque sabía que si me iba nadie les iba a poder proteger ni comprender como yo.

Los hijos son algo tan grande que los que tenemos la suerte de tenerlos nos ayudan en muchas ocasiones a retomar nuestro rumbo.

Me divorcié porque quería ser libre. Mi camino, mis ganas, mis preferencias, mis gustos, mis ansias de vivir, mi todo... se separaba de la persona con la que tracé un rumbo que pensé para siempre.

Tomé la decisión pensando que... YA ESTÁ, YA SOY LIBRE. Pero, cuando te quedas sola, sin rumbo, sin sentirse capaz de hacer nada, con la autoestima nula y muchas sensaciones de dolor, de pena, de sufrimiento…, no sabes hacía dónde ir. Te pierdes. Te desubicas. Intentas volver al punto en el que tu vida cambio al unirte a esa persona, te encierras, te enfermas, te deprimes...

En mi caso retomé mi adolescencia. Creo que porque era el punto en que aún era YO.

Recuperé amistades de la juventud que me ayudaron a recordar cómo era a los 14 o a los 15 años. Las chorradas que hacía a los 19 o aquellos relatos eróticos que escribía con tan sólo 17.

En ese momento sólo deseaba escapar del pasado, de tanta carga llevada sobre mí espalda durante demasiados años. Realmente fue entrañable y muy divertido recordar y sentir el cariño de mis amigos, pero sabía que estaba descentrada y que mis hijos se descentraban conmigo, simplemente porque yo no estaba bien.

Han pasado siete años de ir y venir. De salir y de esconderme. De buscar y de experimentar... queda tanto por aprender...

Por fin siento que me centro en lo que me tengo que centrar, lo que tengo en mi casa: Mis hijos.

Si les educo y les enseño en el orden y en el respeto siento que estoy fuerte y que con su orden se refuerza el mío.

Por supuesto que acaparan gran parte de mi tiempo, por no decir casi todo. Pero claro, si es que han tenido que vivir la separación de sus padres.

Ver como su hogar cambia.

Ver llorar y deprimirse o enfermarse a su madre durante periodos largos en estos años.

En muchos casos sentirse moneda de cambio, culpables por pensar que ha sido por su culpa, cargar con el cuidado de su padre o de su madre porque les ven derrumbarse, asumiendo el papel de adultos y poniendo el punto de cordura y madurez.

Qué pena da ver en los ojos de un niño la carga de tener que cuidar de su padre o de su madre. Y de cómo cree que le toca  asumir el papel de “hombre” y pierde su infancia y carga con una responsabilidad que no es suya. Que egoísmo por parte del adulto, no? que en su temor de no estar solo es capaz de encarcelar a su hijo y de no dejarle hacer su vida y sobre todo le priva de ser un niño.

He observado muchos casos, sobre en todo en mujeres, que reemplazan con su hijo la carencia de su pareja. “Obligándole” a cuidar de ellas y de asumir el papel de hombre.

Y casi todos los hijos de separados han tenido que estar solos y han tenido que sobrevivir porque los adultos no estábamos ahí para atenderles, para educarles o para enseñarles.

Y quién no se ha sentido culpable por ello.

En muchas ocasiones, a lo largo de estos años, he intentado retomar su educación, su aprendizaje, imponer normas y límites para que todo volviese a su cauce y he visto como era incapaz de tomar las riendas, como podían conmigo, como perdía su respeto.

Los niños divorciados necesitan aferrarse a alguno de los padres por temor a ser abandonados.

Noto el miedo de mi hija pequeña cada noche, porque no puede dormir sino me siente cerca. Siento la enorme dependencia que tienen y como se agarran, en muchos momentos con desesperación, y que los lazos son grandes y demasiado apretados y que habrá que ir enseñando que así no serán libres, que ser dependientes no es bueno porque les anula.

Y ellos nos ponen a prueba. Nos llevan al límite, y seguramente sea porque quieren comprobar que estás ahí, porque en algún momento en los que nos han necesitado no hemos estado. Pero claro, si estábamos tan mal que no hemos podido estar.

Claro que amamos a nuestros hijos, pero cuando estamos hundidos, sin fuerzas, sin ganas de vivir, intentando salir a flote y ver el horizonte o al menos coger aire y continuar bastante teníamos con sobrevivir y no ahogarnos.

Somos conscientes de que durante ese tiempo nuestros hijos no nos han tenido como, seguramente, lo han necesitado.

Pero cómo sentirnos culpables de algo que no hemos podido controlar, qué no hemos visto, qué ni siquiera hemos apreciado...

Fuera culpas, estábamos intentando resurgir, amarnos, respetarnos, mimarnos, sentirnos alguien, recuperándonos de nuestro dolor y nuestro sufrimiento, era un tiempo que necesitábamos para aprender que con amor hacía uno mismo se cura todo y todo comienza a funcionar de otra manera, que todo fluye, que la vida no es el pozo oscuro del que venimos.

Así que pasó el tiempo y comenzamos a sentirnos mejor, sentimos que iniciamos una recuperación y que quieres que en tu vida entre el equilibrio y la paz  porque lo vas sintiendo dentro de ti.

No es forzado, es necesario y sentido. Y es ahí cuando comienzas a sentir los daños colaterales de tu tiempo atrás.

Te fijas en tus hijos, en como sienten, en cómo se han transformado y en lo que se han convertido sin apenas darte cuenta.

Quieres reestructurar la situación. Poner un orden y empiezas de nuevo y te das cuenta que ya estás fuerte. Que en un enfrentamiento con ellos eres tú la que impone y manda. Ya no pueden contigo.

Y poco a poco ves como ellos también se estabilizan, se centran y vuelve el orden a ellos y a tu casa.

Pero este momento no se ha hecho solo, se ha hecho gracias a que por fin te amas, te valoras y te respetas y sobre todo a que confías en ti y en tus posibilidades. Tú puedes, Yo puedo, todos podemos...

Y te das cuenta que aquello que se te hacía pesado y en el que el tiempo no pasaba, ahora ves que tu vida ha pasado volando.

Comprendes y comentas que podemos elegir y de hecho hemos elegido como vivirla…

Observas que algunos han optado por reír y mirar hacia adelante y su vida ahora es muy diferente y les ves estables, felices... o por el contrario observas que otros se han quedados metidos en su pasado, en antiguos odios y rencores y les ves encorvados, la cara afilada, la mirada llena de maldad y odio y que si te descuidas o aún no te sientes lo suficientemente fuerte te arrastran, te alteran, te controlan y te cambian el carácter y los sentimientos.

Es cuando se llega a la conclusión de que aún hay lazos invisibles que te unen y no te permiten ser libres.

A quién no le altera, le da miedo, se enfada, se pone a la defensiva, etc, etc la presencia de sus ex parejas?
Habéis reflexionado en por qué os sucede?
Piensas que ya has roto hace años y claro que lo tienes superado, pero a la mínima estás hablando de lo mala que es o lo hijo de puta que es.

Está claro que no se ha superado y que sigue habiendo lazos que nos unen a ellos.

Y en mi caso, soy consciente de que existen aún esos lazos, y que mientras no consiga perdonar, permita que me altere y no rompa todos los lazos que hay que romper no voy a ser capaz de ser feliz, ni de que mi cuerpo se sienta en paz, tranquilo y libre.


Claro que la decisión es nuestra, claro que he elegido, y claro que aunque mi mente haya elegido, mi cuerpo aún no se ha liberado.

Sólo sé que con amor se consigue todo, y que es muy bonito amar a los demás, y que si tu amor es grande y puro, por qué no lo dedicas a ti.

Sacaré la tijera (mis dedos haciendo el gesto de cortar) y se acabará todo: ese control, ese malestar, ese vivir a la defensiva y no creerle en nada…

Cuanto antes rompa, mejor dicho, corte esas cadenas, antes me permitiré vivir en armonía y felicidad.


Quizá salgan estas palabras de mi mente por una situación cercana. Con la idea de reconfortar y dar esperanzas a un ser amado. Pero a la vez se lo agradezco porque con tan sólo escribirlo muchos lazos se han desatado y aflojado y seguramente algún que otro se haya roto, no sólo en mí, sino en ti.

ÁMATE, porque eres lo más preciado que tienes. TE AMO!!!!!