De
fondo suena en la radio esa canción que siempre me traslada al paraíso y me hace sentir la paz que
tanto anhelo.
Y me invade ese cosquilleo alrededor del cuello, que me eriza la piel, que estremece todo mi cuerpo... siempre por sorpresa...
¡Ring!, ¡ring!, ¡ring! - suena el teléfono.
- Nene,
tu padre ha sufrido un accidente.
Así
comenzó mi mañana de ayer y acabó diciendo:
- Murió
mi padre.
Luego,
un vacío inmenso que paralizó mi cuerpo y, ahora, vuelvo a sentir ese
cosquilleo intenso que alerta mi espíritu.
- La
muerte sólo duele al que se queda. Los que se van están bien - No
sé de dónde surgió esa mujer, pero allí estaba caminando por la sala - Creo
en la reencarnación y siento que, cuando nos vamos de aquí, nos trasladamos a un lugar
mejor donde se descansa, se aprende y se reflexiona sobre lo vivido aquí. Así
que, alégrate por él, aunque su muerte haya sido tan trágica.
Sus
intensas palabras se alojaban en mi interior y enmudecido seguí escuchando - Cuando
se muere de esa manera es duro, uno no se lo espera y no se ha preparado
para morir. Por eso es importante vivir lo que se pueda, porque ya regresaremos
para vivir más cosas o las mismas, todo depende de si se aprendió o no.
Que segura de sus
palabras – pensé, me encantaba y dejé que me embriagará y trasladará a ese mundo de paz y de alegría.
-
La vida es más bonita cuando se comprende y se entiende el sentido de pasar por
ella - paseaba despacio por la sala mientras hablaba y hablaba.
En
la habitación todo es de color blanco: las paredes, los suelos, las sillas... destacan unas grandes balconadas con visillos
blancos que con mirarlos me adormece. Este entorno tan etéreo se me vuelve mágico y me siento
relajado y ensimismado en sus palabras. La sutileza en su cuerpo, en sus
curvas, esa voz tranquila y dulce…
- Pareces
escritora - le dije.
- Me
gusta escribir - respondió sin alterar su voz y con la misma calma que le
acompañaba... - Me gusta aprender de la experiencia y me gusta vivir, aunque más bien
parezco una filósofa – hizo una pequeña pausa y mirándome con amor se acercó y
me abrazó suavemente, susurrándome al oído - Gracias por el cumplido, viniendo
de un escritor es todo un halago.
- De
nada – respondí abatido pero a la vez cautivado y sorprendido por esa mujer
madura que me hablaba y acompañaba en un momento tan doloroso y, sin querer
pecar de zalamero, continúe pausadamente - para escribir, hay que saber asimilar
la experiencia, sino, no se puede. Y está claro que eso tú lo dominas.
- La vida que me ha
tocado me ha llenado de mucha materia y hay que hacer algo con ella - volvió a responderme con esa sabiduría que acompaña a los que ya han vivido mucho.
Mirándose
las manos seguía en su discurso improvisado lleno de amor y cariño - Creo que
me ha tocado enseñar a los demás y quiero hacerlo. ¡Hay que ayudar! ¡Tenemos que
ayudar!. Necesitamos un mundo mejor y las nuevas generaciones sólo ven ruina, no ven
futuro. Hay que ayudarles a que vean que se puede salir y construir.
Cada
generación tiene lo suyo, y nuestros hijos tienen la renovación de la humanidad
en sus manos y hay que prepararles. ¡No podemos mostrarles nuestra
desesperación!. Piensa en tus hijas, ¿Quieres que se dejen llevar por el caos?
- No,
por supuesto que no- dije apresuradamente.
- Yo
tampoco - su seguridad y firmeza me dejaban sin palabras, sólo quería
escucharla - Quiero que trabajen y luchen por un mundo mejor y a su medida. Su
mundo será muy diferente al que tenemos, se acabaron las empresas que te
acogen, van a tener que cooperar y compartir. Y, hoy por hoy, no sabemos
enseñarles porque a nosotros se nos educó en lo material. Cuántos más bienes tengas,
mucho mejor. Pero no, esto no es así y ahora tenemos la prueba de que no ha
funcionado.
Esa
no es la meta y van a tener que cambiar la filosofía de vivir - admiraba cada
una de sus palabras y me estaba volviendo loco por poder sentirla cerca de
nuevo - … y me uno al carro mientras viva.
Se
giró de repente y sonriéndose me dijo: - Hablo mucho, ¿eh?, y de sus labios salió una preciosa
risa.
-
Hablas mucho pero me gusta escucharte – la miraba muy atento y esperaba de nuevo
sus palabras y que sus brazos me rodearan una vez más.
- ¿Suena
bien lo que digo? - respondió divertida - Pues mucha gente cree que estoy loca –
una sonora carcajada retumbó en la sala. Y sonreí por primera vez desde que…
-
Siempre se ha dicho que los locos son los que se acercan a la verdad - me animé
a participar de su conversación.
- Puede
ser, pero también terminas solo - comentó con naturalidad - Lo primero que he
aprendido en estos últimos años es a estar sola y feliz, sino no podría avanzar.
-
Eso es cierto - continué… - ¿Sabes? Me haces pensar en otras cosas y eso me
viene muy bien ahora.
Se
arrodilló frente a mí y tomó mis manos. Un calor intenso comenzó a recorrer mi
cuerpo y sentí que me sonrojaba - Uno puede decidir si se queda en el
sufrimiento o si prefiere ir hacía lo que le hace feliz. Toma siempre una actitud
positiva y hacia delante, está prohibido quedarse quieto y acomodarse.
Que
mujer tan interesante, peculiar y diferente a los demás estaba conociendo y ya
no quería separarme de ella. La quería en mi vida, la quería en mi mente, la
quería en mi cama, la quería, la quería… era la musa de mis sueños.