miércoles, 13 de noviembre de 2013

Roces de tu piel

Tu respiración en mi cuello, en mi rostro...

Aliento contra aliento...

Labios entreabiertos, bocas que se acercan... más cerca... 

Olerte... olerme...

Respirarte... respirarme...

Oírte.... oírme...

Ese juego que se inicia entre dos cuerpos ardientes, deseosos de caricias y de roces de la piel... de tu piel... de mi piel... o de más pieles que se incorporan en nuestro juego de amor y deseo.

Cuerpos que se rozan levemente...

Rostros que se observan frente a frente...

y se huelen,
y se escuchan,
y se sienten...

La luz ténue te acompaña en ese recorrido por reconocer las pieles extrañas que se rozan sin conocerse.

Te deslizas en la oscuridad entre los cuerpos acariciándolos con tu propia piel. Tus manos caídas no quieren interponerse ante las intensas sensaciones de rozarles con tus pechos, con tus brazos, con tu vientre...

Y le buscas... y te busca...

Y en esa búsqueda sientes el aliento y el calor de los otros cuerpos que te besan, que te tocan, que te envuelven... pero tu quieres que sea él quien te abrace, quien te bese, quien te haga sentir ese "algo más".

Y le buscas... y te busca...

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