lunes, 11 de abril de 2011

Enfermando con la fiebre del pollo

La preocupación me invade, he encontrado al gallo muerto.

Me marcho a contarlo y al volver la gallina tan hermosa sana y blanca se encuentra tumbada.
No me paro mucho a pensalo por mis dichosas prisas. Sí, parece que tengo prisa.

Alguien va a venir y voy y vuelvo y vuelvo y voy… cuando ya reparo en la gallina y la levanto veo que su cresta gotea… son gotas de sudor y al fijarme mucho más, veo que su cabeza junto a las supuestas ‘crines de caballo’, que no son tal sino una cresta grande, está hirviendo, como si el ácido la estuviese corroyendo.

Corro a pedir ayuda, pero a quien me acerco no me escucha, está ocupada organizando esa visita que va a llegar.

Siento que la gallina muere poco a poco y no se que hacer, no puedo salvarla, necesito que alguien me socorra… en todo este ir y venir llaman a la puerta.

Voy a abrir pero siento que el peligro nos acecha. Al mirar por la mirilla una mano tapa la visión. Me asusto.

Pregunto ‘quién es?’ pero no responde. Grito: “Si no me dices quién es no te abro”.

No están dispuestos a decírmelo. No se por qué hablo en plural si no se si es uno o son más… Se que al menos uno es hombre y quiere entrar como sea y hacerme daño.

Parece que su mano atraviesa el orifício de la mirilla para alcanzarme. Me siento en el suelo tras la puerta, empujando para que no pueda entrar. El miedo me invade y no se que hacer.

Estoy en un colegio y hay muchos niños y debo protegerles, mientras pienso en la hermosa gallina blanca que se nos va sin remedio…

Despierto, ufff, menos mal, todo era un sueño, pero… no puedo quitar de mi cabeza y de mi ese sentimiento de no poder salvar a la hermosa gallina y de esa mano enorme que intenta agarrarme para obligarme a qué… no se, este sueño se está convirtiendo en una pesadilla…

Ayuda, necesito ayuda…!!!!

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