He pasado un año sin escribir una sola letra.
Un año largo y duro, lleno de dolor y amargura, del que por fín me voy desprendiendo.
No me siento bien físicamente, aunque anímicamente mejoro cada día... por lo menos siento algo de tranquilidad que me ayuda a recuperar mi energía y mi sonrisa.
Creo que es la primera vez, desde que inicié este camino, que escribo sintiéndome serena. Es una sensación novedosa que ralentiza mi mente. Ya no escribo apresurada, ya no pienso deprisa... simplemente estoy.
Estoy, pero no sé estar como estoy. Esta manera de estar no la conozco ni la reconozco.
No me asusta, ni tampoco me ilusiona. Simplemente está ahí, en mí.
No necesito estar para los demás, ni demostrar, ni demostrarme, ni defenderme, ni protegerme.
Pudiera parecer vacía o muerta, pero no extraño ni añoro el pasado, tampoco me apresuro al futuro... solamente soy y estoy.
No hay miedo, que alivio, por fín no hay miedo.
No compito, no entro en guerras ni duelos.
Respiro y duermo.
Miro al cielo y sonrío.
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