martes, 4 de febrero de 2014

Curiosidad social

Desde hace ya algunos años, he reparado en que, cuando alguna persona pone un comentario negativo, fatalista, victimista, de pena, de socorro... en cualquier red social, recibe montones de respuestas.

Algunas con consejos, otros de comprensión, otros de ánimo, otros con soluciones... siendo estas respuestas la parte positiva o menos negativa que le va a llegar del resto.

Sin embargo, existe la parte más negativa, en la que algunas personas aprovechan para contar sus penas o juzgar el hecho sin conocer volcando sus rencores. En bastantes ocasiones tienden a personalizar la historia, debido al odío que les están reconcomiendo. Y acaban haciéndose con el hilo de la entrada, sin respetar a la persona que inicialmente dejó su comentario, sacando más y más rabia.

Y te planteas en relación al que inicia el tema, ¿por qué publicas tu vida? ¿qué buscas? ¿qué esperas?

Y además te cuestionas en relación a los que responden, ¿qué obtienes con tu respuesta?

Por otro lado, si publicas un comentario positivo, de felicidad, de sentirte bien, de vivir en paz,... te encuentras con que muy pocas personas responden. Y si escriben la extensión es mínima.

Y, respecto a lo anterior, sientes que con algunas personas comienzan a tomar distancia y se alejan de tu vida, o ¿quizá eres tú él que te alejas de ellos?.

Y sigues cuestionándote, ¿por qué será que cuando publicas tu felicidad pocos se alegran? ¿Hablamos de envidias?

Preferimos que al resto le vaya mal para consolarnos de nuestras desgracias y miserias, así creemos que no lo son tanto y nos negamos la posibilidad de luchar por cambiar lo que no nos permite crecer ni ser libres.

Absurdos, envidiosos, temerosos, cobardes y al que se sale de la norma le crucificamos sin remordimiento alguno.

¿Os costará mucho vivir vuestra vida y dejad que los demás vivan la suya?

No hay comentarios:

Publicar un comentario