viernes, 28 de febrero de 2014

Desequilibrando sus almas

Es cierto que parece, que siempre criticamos a nuestros ex porque nos place o no hemos conseguido desenlazarnos de ellos todavía.

Pero en mi caso he de decir que, aunque me ha costado muchos años, ya no tengo ningún lazo ni nada que me anime a criticarle o juzgarle porque sí.

Siempre he sabido que mis hijos no pasaban unos maravillosos fines de semana o vacaciones con su padre, pero ellos nunca me contaban nada. Siempre han estado en silencio y yo no he preguntado mucho por no parecer la típica madre pesada que quiere saber todo lo que hacen.

No sé si ha sido un error, porque quizá ellos han podido pensar que no estoy interesada en ellos ni en lo que les sucede, pero, para la bueno o para lo malo, he actuado así.

Pero cada vez que los niños tenían que irse con su padre aquello parecía una batalla en las que en muchas ocasiones, han terminado cogiendo a los niños a la fuerza y metiéndoles en el coche de su padre pataleando y llorando.

Han pasado ya siete de años de todo eso y es ahora cuando se destapan y comienzan a hablar de lo que sufren y soportan en aquella casa.

Voy a poner ejemplos, para que se comprenda que mis sospechas de que mi ex no está bien y de que le acusa un desequilibrio importante y de que su pareja tampoco es que estémuy lúcida

- Un día el niño no se come el postre y rompe un vaso contra la mesa.
- Si la sábana de la cama no está perfecta les deshacen las camas y les obligan a hacerlas de nuevo hasta que están, lo que ellos consideran, perfectas.
- Les tienen a dieta y jamás les permiten comer algo que no entre dentro de sus alimentos y mucho menos comer entre horas o poder coger algo de la nevera. Terminantemente prohibido acercarse a la nevera.
- No se les permite hablar, al menos que les hayan dado el turno.
- No se les permite elegir canal de televisión.
- No les dejan salir a jugar o conocer a otros niños o adolescentes de la zona.
- Se enzarzan en discusiones absurdas con un tono elevado y mucha violencia verbal y gestual.
- Amenazas de pegarles, incluso al principio lo hacía, hasta que le amenacé con denunciarle.
- No se els permite expresar sus emociones ni protestar si algo no les gusta.

Yo les he visto con ellos, he estado en su casa en bastantes ocasiones y se les trata con desprecio y como si fueran inferiores.

Aquello parece más un cuartel que un hogar.

Cada uno en su habitación y que no molesten cuando hay siesta, cuando se está trabajando (que es siempre) o cuando hay visitas.

Hace dos fines de semana tenían que irse con su padre y me llama para decirme que viene la familia de ella y que no hay sitio para los niños. Os podéis imaginar la sensación que tuvieron los niños: "Prefiere estar con la familia de ella a estar con nosotros".

Llevan tiempo diciendo que no quieren volver, que por favor no les obligue a ir con él. Que les tratan mal y que quieren quedarse en casa.

Que allí no se puede vivir, que están siempre discutiendo y la pequeña me dice: "Mamá, de verdad que no me muevo y estoy siempre callada, pero aún así me regañan".

Mis hijos tienen un cacao en la cabeza impresionante. Les he dicho muchas veces que hablen con su padre y le expliquen lo que les pasa pero me dicen que no, que no le diga que va a ser peor, que se enfada con ellos si le dicen algo y les grita y les castiga mucho más.

Y son tantas y tantas cosas las que se han sucedido que seguramente yo me esté enterando de una mínima parte... que me hace pensar que este hombre está totalmente desequilibrado y distorsionado.

¿Qué forma de vida es la qué tienen?

Muchas veces pienso que para él sus hijos son una carga y una obligación que le supera.

Estoy segura que le supone tensiones con su pareja, ya que ella aprovecha para trabajar los fines de semana que van los niños para no estar con ellos.

Incluso me dicen que no les habla durante todo el fin de semana y les evita e ignora.

La mayor me dice que con los pequeños es peor y que les trata con desprecio y malos modales.

Tras saber todo ésto hablé con él hace poco menos de un mes de muy buen tono y con la intención de que hablases y mejorasen la relación.

Parecía que así era, pero cuál es la sorpresa de ellos y la mía, cuando llegan y me dice la mayor: "No ha hablado nada con nosotros. Nos ha comprado una bici y se piensa que con eso ya está todo. Incluso me ha amenazado con darme una ostía y le he dicho que como me toque no vuelve a verme en la vida".

Estoy muy preocupada. De verdad que lo estoy porque no quiero eso en la vida de mis hijos. Quiero para ellos paz y estabilidad y no un lugar donde se palpa el desequilibrio y la violencia continuamente.

Egoistamente podría mirar para otro lado, para poder seguir teniendo mi tiempo libre cada vez que se van con él, pero no me interesa. Me interesa la tranquilidad y la seguridad de mis hijos.

Porque se me ha olvidado contar que hace unas semanas llego a recogerles y llamé por teléfono, delante de él, al mediano que estaba jugando al fútbol en la cancha que hay cerca de casa.

Me dirigí a mi hijo en tono cariñoso como hago habitualmente:
- Cariño, ya ha llegado papá.
- Jo, dame un ratito que estoy terminado un partido.
- venga te voy haciendo la mochila y en 10 minutos aquí.
- Gracias mamá, en 10 minutos voy.

Según cuelgo me dice que cuanto miramiento tengo con él, que no necesita las migajas que le dan que sino viene aya mismo que se va.

Le miré y le dije con un tono muy tranquilo y suave, que así es como hablo yo con los niños y así voy a seguir hablándoles. Y que si él quería darle esa lectura a lo que acaba de oír era cosa suya y que si quería marcharse que se marchase.

Agarré la mano de la pequeña y entré en el portal diciéndole que nos subíamos a hacer la mochila. Y allí le dejamos.

Y así es todo, siempre ve cosas dónde no las hay, todo lo trastoca y lo ve como amenazas, como que los demás tenemos algo contra él y le queremos joder la vida. Cosa que ya hace mucho tiempo le dije que mi vida, por suerte, no giraba en torno a él y que no me preocupaba ni pensaba en ningún momento en él, por lo que ni daño, ni persecución por mi parte.

Pero él es así y siempre lo fue, lo que pasa es que quizá yo ahora lo vea más claro desde fuera.

En fín, que deseo que se canse de venir a recogerles o que los niños les digan hasta aquí, porque yo no puedo tomar esa decisión por ellos.

Sé que debo protegerles y cudiarles pero no puedo tomar sus decisiones y sobre todo porque quiero que aprendan a decir hasta aquí, que expresen lo que sienten y se lo digan y que sean capaces de defenderse de personas como él.

Hablamos, aprendemos a comunicarnos, a expresar lo que sentimos, pero falta que lo trasladen con él.

Incluso les he dicho que aunque su padre no haga nada cuando le digan lo que sienten, el daño que les hace, el dolor que sienten,... no por ello no dejen de decírselo.

En fín, que algo habrá que pensar y hacer no tardando demasiado.

Me quedo alerta y observando cada paso y detalle, pero me huelo que algo se cuece y no tardará en estallar por algún lado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario