lunes, 10 de marzo de 2014

Continuar lo hallado...

Por casualidad (no creo en las casualidades) localicé un blog de la psicóloga María Dolores Paoli en el que en una de sus entradas escribe sobre los niños índigos. No es un tema nuevo para mí, ya que llevo años, pendiente de encontrar información fiable sobre ello, ya que mi hijo mediano tiene el aura de ese color.

Todo lo que localicé años atrás no me convencía, ya que era muy sectario, muy de iluminados y no les respaldaba ni apoyaba ningún estudio o base medianamente científica. Pasados los años, en los que se ha podido observar este fenómeno durante más de una decada o incluso un poco más, ya hay hechos y estudios demostrados.

Y no es que necesite de la ciencia, pero sí de la demostración y de lo que me trasmita sentido común y, sobre todo, lo que me parezca cierto, no sólo por la experiencia de los demás sino por la mia propia. Tengo la muestra en casa.

Bajo el título de niños con TDAH, mis propios hijos han sido y son muestras de los estudios que los psiquiatras, neurólogos y demás especialistas están realizando para la investigación de tantos niños con este transtorno y de muchos síndromes más.

No estoy conforme con que los incluyan a todos en este grupo, pero comprendo que muchos estudiosos no son capaces de abrir la mente a una nueva generación, y para que puedan adaptarse a la "normalidad" tenemos que pasar porque les mediquen para controlar su mente.

Y necesito encontrar más información… pero siento que he llegado al final de la información. No hay más información para los niños del futuro. Y pienso que a lo mejor me toca “inventarlo”. Creo que toca crear y compartir con los demás.

Mientras, continúo investigando y buscando lo mejor para hacer que mis hijos sean más felices, mejores personas y que vivan desde el amor.

Y de hay sale una de mis tantas teorías para conseguir humanizar de nuevo el mundo. Creo que los niños deben estar juntos para dormir. Con ello se aprende a compartir, a convivir y a quererse más.

Si se les separa se hacen individualistas, egoistas, solitarios,…

Yo compartí habitación toda la vida con mis hermanas. En casa de mis padres sólo había dos habitaciones y a veces pienso que ponerles tantas habitaciones a mis hijos ha sido un error.

Cuando hace unos años, tuve la oportunidad de convivir con familias senegalesas, todos dormían en la misma cama o colchón. Padres e hijos y puedo asegurar que los valores de familia que ellos tienen son envidiables y dignos de imitar.

La otra tarde hablando con una mamá de una compañera de mi hija Helena, que también se ha divorciado hace poco tiempo, me comentaba que sus hijos se sentían dolidos con su padre por ciertos comportamientos de él, y ví como ella ayudaba a sus hijos a exteriorizar sus sentimientos y ponerles palabras para que luego pudiesen decirle a su padre el dolor que les causaba y como les hacía sentir.

Me pareció algo maravilloso, aunque pueda parecer absurdo. He tenido tantas dificultades durante mi vida para poder expresar mis sentimientos que seguramente mis hijos lo hayan heredado de mí, o mejor dicho, lo imiten, ya que siempre me he callado lo que me dolía y todavía sigo haciéndolo, aunque poco a poco intento expresarlo y mostrarlo antes ellos.

Y con la situación que tienen con su padre...les entiendo,allí no hay quien viva y si me pongo en su lugar hace tiempo que ya no iría. Hay que vivirlo para saber lo que es.

Y como me importan y mucho mis hijos, aprovecho este momento para que aprendan (o aprendamos) a decir lo que sienten. A decirle el daño que les hace y a no permitirle que les haga más daño.

Él es el adulto y hace tiempo que me di cuenta que yo no tengo que enseñarle nada, ni decirle como debe ser con los niños.

Para mí lo normal es que se lleve bien con ellos y que tenga una relación buena. Pero para el, quizá lo normal sea lo que hace y ahí no puedo meterme.

Así que, de una situación apararentemente negativa, le doy la vuelta y vamos a obtener un estupendo aprendizaje.

Si consigo que aprendan a mostrar y verbalizar lo que sienten, estoy segura de que les irá mucho mejor en la vida de lo que me ha ido a mi.

Poder decirle a los demás lo que sientes, decirles lo que te duele, decirles lo que quieres, decidir como quieres que te quieran...sería tan bueno para ellos, que si lo consiguen tan jóvenes, sabrán hacerse respetar y conseguirán amarse por encima de todo.

Por lo que conseguirán no dar con personas que les hagan daño y les machaquen. Sí, ya sé que es algo que me sale, el temer que sufran lo que yo he sufrido. Es el instinto de protección que tengo ante mis hijos.

Por ejemplo, con Víctor, llevo semanas insistiendo con el tema de la comida. Le pregunté el otro día qué por qué se descuida y no se quiere, que sino come, ni se alimenta se está haciendo daño así mismo y que debe quererse mucho más.

Desde entonces sé que come, aunque sea un poco, pero come. Pero no puedo bajar la guardia o volverá a empezar. Además por su forma de ser es un candidato a imitar a los hombres de su familia. Ya muestra algún que otroramalazo. Pero creo que si consigo que se quiera y se respete más a sí mismo, todo cambiará dentro de él y será una persona mucho más respetuosa hacía los demás y mucho más amorosa.

Además, los padres de ahora no debemos educar a los hijos como los de antes. Estamos para ser sus maestros y enseñarles cosas más importantes y prácticas para su vida, que: "no te muevas en la mesa", "no hables con la boca llena" o "no hables si no es tu turno", que también es importante, pero voy a una enseñanza más profunda: la de saber amarse y respetarse.

Si consiguen esto tendrán un mundo diferente. Muy diferente.

No os habéis preguntado nunca, ¿por qué no nos queremos como debiéramos?. Nos enseñaron a atender a los demás antes que a uno mismo, y fue un error.

Tantos divorcios serán por algo. Tantas personas en terapia será por algo. Tantas personas mendigando amor será por algo... y tantas otras personas aprovechándose de dichas carencias será por algo.

Ahora veo a mis hijos con sus amigos como se abrazan, como se dan muestras de amor… A nosotros no se nos permitía. Nos perdimos el contacto físico. Nos perdimos la interrelación afectiva y el resultado es la sociedad de mierda que tenemos: Sin valores, egoístas, cada uno a su bola y a su propio beneficio, a llenar las arcas, a sobrevalorar el poder del dinero por encima del amor y las relaciones personales.

Por eso le doy vueltas a una nueva forma de educar y de enseñar porque ellos son diferentes y necesitan algo diferente.

Profundizo en mí y observo y aprendo de ellos. Algo hay que hacer y voy a hacerlo. Y tiene pinta de que mucha más información sobre las nuevas generaciones y la forma de tratarles y educarles no existe, y sino hallo la información… toca crear y descubrirla yo misma.

Grande y precioso trabajo que me agrada y me apetece hacer.

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