viernes, 14 de marzo de 2014

Mi cuerpo me pide llorar

Hace días que, cada vez que puedo abstraerme para estar sola, la sensación de llanto me inunda.

Me duele la cadera y, si me centro en ella, vuelve el llanto a aflorar.

La boca del estómago llora, la cadera llora, mi tobillo llora, mi rodilla llora… la mitad de mi cuerpo llora y no la dejo llorar.

Otra vez el llanto asoma por mi estómago, lo justo para mojar mis ojos y volverle a ocultar.

Si pudiera dejar que este torrente emanase, la liberación y desahogo me permitiría sentir el vacío que tanto ansío.

Liberar las emociones enriquece y niego mis emociones. No las dejo fluir. Quiero pero no puedo o puedo pero no quiero.

Y mientras, busco ese rincón de soledad en el que dejar salir mi dolor.

Añoro mi soledad buscada, la quiero, la necesito… tanto tiempo sin tenerla que ya te echo en falta.

Te necesito soledad, quiero sentirte de nuevo, añoro tu bienestar, añoro tu calidez, añoro la sensación de ser, añoro tu calma y tu fé... Vuelve a mí, no me dejes en el bullicio. ¡Sácame de aquí!

Te necesito soledad, para avanzar, para sacar, para liberar, para despejar.

Por eso pido a gritos luz y clarividencia en mi camino para que me guíe y nos salve.

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