sábado, 26 de octubre de 2013

Enseñar

Tras reflexionar sobre estos momentos de huelga y protesta de la enseñanza pública y de como se han movido los estudiantes de mi barrio, me hace pensar que algo debemos estar haciendo mal.

Claro que han sido un éxito las manifestaciones, pero había muchos más adultos que jóvenes.

Dónde están? Acomodados en el sofá?

Si nos vamos treinta años atrás, a nosotros nos tenían que parar y a nuestros hijos les tenemos que empujar.

Se han acostumbrado a que les hagamos todo y les solucionemos todo.

Somos nosotros los que vamos a las manifestaciones, los que secundamos las huelgas y ellos nada... en casa calentitos y descansaditos.

Así mal futuro nos espera. Creo que debemos cambiar la base comenzando por nuestras casas y empezar a darles alas para que luchen por su vida.

Nos quejamos de que si tenemos que mantenerles, de que no hacen nada, de que con más de treinta años siguen en nuestras casas y qué hacemos? darles de comer, tenerles la casa y su ropa limpia y colocada en los armarios, sus camas hechas, su comida preparada, dinerito para salir...

Pues si tanto nos quejamos tendremos que cambiarlo, no?

Siempre hablo de que quiero que mis hijos sean libres, que no vivan con cargas ni con ataduras, y resulta que en la base lo estoy haciendo mal.

Les protejo en exceso, les sirvo como a marqueses, les doy todo lo que necesitan... así jamás extenderán sus alas.

Y entonces, cómo puedo pretender que sean libres? No dependerán de otras personas pero van a depender de mí. A fín de cuentas, les ayudo a ser dependientes.

Tanto que quiero alejarles de la dependencia y al final les ato a mis faldas.

Me ha gustado poder tomar conciencia de ello justo en este momento, porque aún estoy a tiempo de hacer algo.

Debo enseñarles a ser libres, a decidir y elegir, y a luchar por su futuro y su vida.

Hay que enseñar, tengo que enseñar, debo enseñar.

Libres deben ser y algo tendré que hacer.

Enseñar, enseñar, enseñar...

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