miércoles, 11 de diciembre de 2013

Expulsando lo que daña

El cristal de la ventana se encontraba empañado mientras los esfuerzos se concentraban en evacuar lo que le dañaba del vientre.
Agarrábase a las paredes debatiéndose entre el retortijón y la tiritona que le producía tremenda injuría.
Las gotas de sudor resbalando por su frente y sus mofletes que se expandían mientras sus labios se apretaban en una mueca grotesca y divertida.
Nariz aleteada, garganta obturada, puños que se aprietan concentrando la rabia acumulada de tanto soportar.
Y de repente fluye. Se liberó tras el espasmo.
El rostro que se relaja mientras una exhalación de placer se escapa a través de su cavidad nasal teñido de un olor penetrante fruto del ensordecimiento previo de aquel desencadenante estruendo.
Se acabó. 
Ruido estrepitoso de un caudal que se deja caer hacía lo más profundo del subsuelo. 
Y fin. Todo acabó. Quedando espacio libre para lo bueno que está por venir.

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