I
Abandona mi casa
Aquella mañana mis hermanas
y yo limpiabamos la casa. Charlábamos amigablemente de nuestras cosas de
jóvenes adolescentes como si representasemos una escena de la película ‘mujercitas’.
Mientras comentaba algo que
me había sucedido, doblaba la ropa seca, dejándola sobre la mesa de la plancha.
En ese momento llegó papá.
Se acercó hacía mí y me dijo:
-
Felicidades! Lo estás haciendo muy bien.
Le sonreí agradecida y
continúe con mis labores. Pasó de largo dirigiéndose al comedor y obseve que mascullaba algo en bajito, que apenas alcanzaba a escuchar:
-
Pero si no tienes nada. Eres una fracasada.
Aquello retumbó en mi cabeza
y el dolor en mi corazón fué insoportable. ¿Cómo podía ser traicionada por mi
propio padre? ¿Cómo era capaz de hacer ese comentario sobre mí, que siempre fui
una luchadora y me busqué la vida para que mi familia no pasase frío ni hambre?.
Mi orgullo se atrevío a
defenderme de tales acusaciones. Y con un tono de defensa y reproche le dije:
- Y, ¿qué es para ti no tener nada? ¿No tener
un alto cargo en la empresa?, ¿no poseer una casa enorme?, ¿no tener un
vehículo de lujo?... que sepas que lo tengo todo. ¿Acaso les falta a mis hijos
comida y abrigo?
Él me miraba, con esa mirada
de no compartir lo que le decía y de creerse en posesión de la verdad:
-
Y, ¿vosotras que opináis? – dirigiéndome a
mis hermanas – ¿No tenéis nada que decir?
Mi hermana la mayor contenta
por mi respuesta me dijo:
-
Que buena respuesta le has dado.
Ellas jamás se habían atrevido
a contrariarle, siempre habían hecho lo que él quería sin protestar y sin
demorarse. Por lo que, mi respuesta les pareció rompedora y estaban contentas
de que le hubiese parado los pies a nuestro padre.
Deberían pensar que, por fín,
alguna pone fín a tanta autoridad y sometimiento.
Continúe preguntándole con
enfado, quería que me aclarase por qué hacía ese comentario sobre mí. Y le
acosaba con mis preguntas:
- ¿Es por qué no tengo carrera universitaría?
Pues tú no tienes estudios y llevas un negocio sin problema – le reproché.
- ¿O quizá sea por qué no te pagamos el
alquiler de la casa? Sí es por eso no te preocupes que te lo pagamos ahora
mismo. Sólo tenías que decirlo.
En ese instante recordé que
la única que debía abonar ese alquiler era yo. Mis hermanas no vivían allí,
sólo estaban de visita.
Mi hermana la mayor tenía un
chalecito en el sur y mi hermana mediana un piso en la zona norte.
Únicamente yo, era la que no
tenía hogar, la que vivía en aquel viejo piso de mis padres que lo tenían
cerrado desde hacía unos pocos años.
Y mientras mi mente seguía
repasando la situación que teníamos cada una, recordé que tenía casa en el
centro de la ciudad.
No recuerdo bien el motivo,
quizá porque la compartí con mi ex, pero lo que tenía claro es que yo no había
querido vivir allí.
Pero mi orgullo y el dolor por
las palabras que me había dicho mi padre, me hizo plantearme que debía
marcharme y regresar allí.
-
No quiero que me pagues nada – protestaba mi
padre.
Pero ya era tarde, sus
palabras se me habían clavado en el corazón y no podía permitir que me acusase
en falso o por capricho.
La decisión ya estaba
tomada.
II
En busca de mi hogar
Aquella mañana el tráfico
era intenso. En la parte trasera del vehículo viajaba con mis hijos. Mi hermana
mediana me acompañaba junto con mi sobrino. Conducía mi padre y mi madre le
hacía de copiloto. Iban discutiendo, como siempre, sobre si el camino es por
aquí o es por allí.
En el vehículo de atrás iba
mi hermana con su marido y sus hijos, acompañados de un hermano de mi madre
junto con su mujer.
Paramos en un semáforo y me
dí cuenta de que estaba cerca de mi casa.
-
Para, para – le ordené a papá – Estoy cerca
de mi casa quiero ir a verla.
Me percaté de que no llevaba
las llaves, motivo que aprovecharon para volver a insultarme, juzgarme y criticarme.
-
Como no, que raro. Siempre se te olvidan las
cosas – me atacaban sin escrúpulos.
Y aunque era molesto
escucharles con su cantinela, hice caso omiso. Quería ver mi casa y no me iban
a cambiar los planes.
Abrí el maletero del coche y
allí estaban alineadas un montón de palancas y ganzúas. No sé porque llevaba
ese tipo de herramientas mi padre en su coche, pero lo observe con total
naturalidad como si fuese algo frecuente.
Agarré una de ellas. A modo
de bastón, arranqué mi marcha hacía la calle que creía estaba mi casa.
Mi padre y mi tío me seguían
de cerca. Me encontré con un solar. Era donde se ubicaba mi casa, al menos eso recordaba.
Me adentré en él y lo bordée por detrás viendo parte de la fachada que seguía
en piél y un montón de arena y escombros que permanecían allí.
-
¿Dónde vas? Que no es por ahí. – me gritaban
ambos.
No les hice caso y atravesé todo
el solar para al final encontrarme de nuevo con la acera.
No conseguía encontrar la
casa. Me perdí y dí vueltas por la zona.
Tenía la sensación desde el
principio de que algo le había pasado a la casa e incluso pensé que la habían
demolido.
Volví a repasar en mi mente
la ubicación de la casa. Incluso recordé como era por dentro.
La ví diferente. En su
momento eran dos pisos que unimos para tener un lugar amplío donde vivir con
nuestra primera hija. Pero al divorciarnos aquellos pisos se volvieron a
separar y me había quedado con el que menos me gustaba. Por eso no quería vivir
allí.
Pero aún así continúe
intentando localizarle, y cuando mis esperanzas se desvanecían nuestra búsqueda
nos llevó al interior de un centro comercial.
Dentro vimos unos carteles
con letras doradas que nos dirigían a un hotel de gran renombre y prestigio.
-
Y, ¿esto qué es? No comprendo nada – les decía.
-
Es aquí. Seguro, estoy seguro – decía mi tío.
-
Hay que ir hacía el hotel – ordenaba mi
padre.
- Callaros! Dejadme pensar. Mi casa tiene que
estar por aquí – les decía mientras me asomaba por la puerta de la galería.
Y la ví. Ví mi casa. La
alegría me invadía y salí de allí para correr hacía ella.
III
Abriendo los ojos
Ring! Ring! Ring! Ring! Los
mensajes en el móvil me sacaban de mi sueño y me despertaban.
Pero seguía dándole vueltas
en mi cabeza:
- ‘¿Encontraría mi casa? ¿Me marcharía a vivir
allí?’
Recuerdo, que mientras viaja
en el coche, miles de preocupaciones y futuros cambios recorrían mi mente.
Cambiar de casa requería
una nueva organización para todos.
-
‘¿Llevo a los niños antes al colegio?’ –
resonaba en mi mente.
-
‘¿Quizá deba cambiarles de cole? – seguía buscando
opciones.
Aquella idea me parecía
horrible para los niños. Como iba a volver a hacerles pasar por ese suplicio.
- ‘No. Mejor les llevo a su hora, aunque llega a trabajar dos horas tarde. Luego puedo recuperar la jornada’ – decidía mientras
llegabamos al semáforo.
Sentaba sobre la cama iba
regresando a mi consciencia. La sensación de dolor permanecía aún en mí.
¿Fue algo del pasado, lo que
me atormentaba, qué quizá tuviese que solucionar?.
¿Por qué ese sueño ahora? ¿Por
qué tenía que volver a sufrir ese dolor que había sentido tantas veces en mi
juventud?.
El sonido del whatsapp
seguía reclamando mi atención. Mi amor quería comunicarse conmigo y no cesaba
en su intento de obtener una respuesta.
Angustiada cogí el móvil. Un
‘TE AMO’ aparecía en la pantalla. Era mi salvación. Necesitaba contarle a
alguien, o quizá desahogarme para poder sacar la angustía de mi cuerpo y ahí estaba mi mejor amigo. Mi amor.
-
He soñado con mi padre – le escribí.
-
Ah, ¿sí? – respondió – y ¿de qué iba?
-
Ha sido muy desagradable – me atreví a
explicarle.
Fui relatándole lo sucedido
en mi sueño, la angustía, los detalles por encima, sólo quería explicarle el
dolor y lo que me recordaba lo que había sentido.
-
Este sueño tiene que ver con mi adolescencia –
le informaba- he vuelto a sentir esa etiqueta y esa manera de dañarme en casa.
Sólo pudo responderme:
-
Pues
sí que ha sido intenso el sueño.
Y yo confirmar con un:
-
Buf!
Sí, sí que lo ha sido
Querida amiga.
ResponderEliminarNo estoy acostumbrado a leer ni a escribir, pero solo decirte que me ha sosprendido lo bien que me has introducido y compartido tu sueño.
Me asombro la capacidad de retencion que tienes. Me gustaria poderme expresarme con la escritura , pero aun me queda recorrido para llegar hay.
Besos y simpre en tu entorno.
Gracias mi amor, llevas tanto dentro que el día que nos sorprendas con tu literatura vamos a flipar.
EliminarTe amo.