jueves, 26 de diciembre de 2013

Recuerdos gratuitos


I

Abandona mi casa


Aquella mañana mis hermanas y yo limpiabamos la casa. Charlábamos amigablemente de nuestras cosas de jóvenes adolescentes como si representasemos una escena de la película ‘mujercitas’.

Mientras comentaba algo que me había sucedido, doblaba la ropa seca, dejándola sobre la mesa de la plancha.

En ese momento llegó papá. Se acercó hacía mí y me dijo:

-       Felicidades! Lo estás haciendo muy bien.

Le sonreí agradecida y continúe con mis labores. Pasó de largo dirigiéndose al comedor y  obseve que mascullaba algo en bajito, que apenas alcanzaba a escuchar:

-       Pero si no tienes nada. Eres una fracasada.

Aquello retumbó en mi cabeza y el dolor en mi corazón fué insoportable. ¿Cómo podía ser traicionada por mi propio padre? ¿Cómo era capaz de hacer ese comentario sobre mí, que siempre fui una luchadora y me busqué la vida para que mi familia no pasase frío ni hambre?.

Mi orgullo se atrevío a defenderme de tales acusaciones. Y con un tono de defensa y reproche le dije:

-     Y, ¿qué es para ti no tener nada? ¿No tener un alto cargo en la empresa?, ¿no poseer una casa enorme?, ¿no tener un vehículo de lujo?... que sepas que lo tengo todo. ¿Acaso les falta a mis hijos comida y abrigo?

Él me miraba, con esa mirada de no compartir lo que le decía y de creerse en posesión de la verdad:

-       Y, ¿vosotras que opináis? – dirigiéndome a mis hermanas – ¿No tenéis nada que decir?

Mi hermana la mayor contenta por mi respuesta me dijo:

-    Que buena respuesta le has dado.

Ellas jamás se habían atrevido a contrariarle, siempre habían hecho lo que él quería sin protestar y sin demorarse. Por lo que, mi respuesta les pareció rompedora y estaban contentas de que le hubiese parado los pies a nuestro padre.

Deberían pensar que, por fín, alguna pone fín a tanta autoridad y sometimiento.

Continúe preguntándole con enfado, quería que me aclarase por qué hacía ese comentario sobre mí. Y le acosaba con mis preguntas:

-   ¿Es por qué no tengo carrera universitaría? Pues tú no tienes estudios y llevas un negocio sin problema – le reproché.

-   ¿O quizá sea por qué no te pagamos el alquiler de la casa? Sí es por eso no te preocupes que te lo pagamos ahora mismo. Sólo tenías que decirlo.

En ese instante recordé que la única que debía abonar ese alquiler era yo. Mis hermanas no vivían allí, sólo estaban de visita.

Mi hermana la mayor tenía un chalecito en el sur y mi hermana mediana un piso en la zona norte.

Únicamente yo, era la que no tenía hogar, la que vivía en aquel viejo piso de mis padres que lo tenían cerrado desde hacía unos pocos años.

Y mientras mi mente seguía repasando la situación que teníamos cada una, recordé que tenía casa en el centro de la ciudad.

No recuerdo bien el motivo, quizá porque la compartí con mi ex, pero lo que tenía claro es que yo no había querido vivir allí.

Pero mi orgullo y el dolor por las palabras que me había dicho mi padre, me hizo plantearme que debía marcharme y regresar allí.

-       No quiero que me pagues nada – protestaba mi padre.

Pero ya era tarde, sus palabras se me habían clavado en el corazón y no podía permitir que me acusase en falso o por capricho.

La decisión ya estaba tomada.



II

En busca de mi hogar


Aquella mañana el tráfico era intenso. En la parte trasera del vehículo viajaba con mis hijos. Mi hermana mediana me acompañaba junto con mi sobrino. Conducía mi padre y mi madre le hacía de copiloto. Iban discutiendo, como siempre, sobre si el camino es por aquí o es por allí.

En el vehículo de atrás iba mi hermana con su marido y sus hijos, acompañados de un hermano de mi madre junto con su mujer.

Paramos en un semáforo y me dí cuenta de que estaba cerca de mi casa.

-       Para, para – le ordené a papá – Estoy cerca de mi casa quiero ir a verla.

Me percaté de que no llevaba las llaves, motivo que aprovecharon para volver a insultarme, juzgarme y criticarme.

-       Como no, que raro. Siempre se te olvidan las cosas – me atacaban sin escrúpulos.

Y aunque era molesto escucharles con su cantinela, hice caso omiso. Quería ver mi casa y no me iban a cambiar los planes.

Abrí el maletero del coche y allí estaban alineadas un montón de palancas y ganzúas. No sé porque llevaba ese tipo de herramientas mi padre en su coche, pero lo observe con total naturalidad como si fuese algo frecuente.

Agarré una de ellas. A modo de bastón, arranqué mi marcha hacía la calle que creía estaba mi casa.

Mi padre y mi tío me seguían de cerca. Me encontré con un solar. Era donde se ubicaba mi casa, al menos eso recordaba. Me adentré en él y lo bordée por detrás viendo parte de la fachada que seguía en piél y un montón de arena y escombros que permanecían allí.

-       ¿Dónde vas? Que no es por ahí. – me gritaban ambos.

No les hice caso y atravesé todo el solar para al final encontrarme de nuevo con la acera.

No conseguía encontrar la casa. Me perdí y dí vueltas por la zona.

Tenía la sensación desde el principio de que algo le había pasado a la casa e incluso pensé que la habían demolido.

Volví a repasar en mi mente la ubicación de la casa. Incluso recordé como era por dentro.

La ví diferente. En su momento eran dos pisos que unimos para tener un lugar amplío donde vivir con nuestra primera hija. Pero al divorciarnos aquellos pisos se volvieron a separar y me había quedado con el que menos me gustaba. Por eso no quería vivir allí.

Pero aún así continúe intentando localizarle, y cuando mis esperanzas se desvanecían nuestra búsqueda nos llevó al interior de un centro comercial.

Dentro vimos unos carteles con letras doradas que nos dirigían a un hotel de gran renombre y prestigio.

-       Y, ¿esto qué es? No comprendo nada – les decía.

-       Es aquí. Seguro, estoy seguro – decía mi tío.

-       Hay que ir hacía el hotel – ordenaba mi padre.

-    Callaros! Dejadme pensar. Mi casa tiene que estar por aquí – les decía mientras me  asomaba por la puerta de la galería.

Y la ví. Ví mi casa. La alegría me invadía y salí de allí para correr hacía ella.



III

Abriendo los ojos


Ring! Ring! Ring! Ring! Los mensajes en el móvil me sacaban de mi sueño y me despertaban.

Pero seguía dándole vueltas en mi cabeza:

-     ‘¿Encontraría mi casa? ¿Me marcharía a vivir allí?’

Recuerdo, que mientras viaja en el coche, miles de preocupaciones y futuros cambios recorrían mi mente.

Cambiar de casa requería una nueva organización para todos.

-       ‘¿Llevo a los niños antes al colegio?’ – resonaba en mi mente.

-       ‘¿Quizá deba cambiarles de cole? – seguía buscando opciones.

Aquella idea me parecía horrible para los niños. Como iba a volver a hacerles pasar por ese suplicio.

-   ‘No. Mejor les llevo a su hora, aunque llega a trabajar dos horas tarde. Luego puedo recuperar la jornada’ – decidía mientras llegabamos al semáforo.
Sentaba sobre la cama iba regresando a mi consciencia. La sensación de dolor permanecía aún en mí.

¿Fue algo del pasado, lo que me atormentaba, qué quizá tuviese que solucionar?.

¿Por qué ese sueño ahora? ¿Por qué tenía que volver a sufrir ese dolor que había sentido tantas veces en mi juventud?.

El sonido del whatsapp seguía reclamando mi atención. Mi amor quería comunicarse conmigo y no cesaba en su intento de obtener una respuesta.

Angustiada cogí el móvil. Un ‘TE AMO’ aparecía en la pantalla. Era mi salvación. Necesitaba contarle a alguien, o quizá desahogarme para poder sacar la angustía de mi cuerpo y ahí estaba mi mejor amigo. Mi amor.

-       He soñado con mi padre – le escribí.

-       Ah, ¿sí? – respondió – y ¿de qué iba?

-       Ha sido muy desagradable – me atreví a explicarle.

Fui relatándole lo sucedido en mi sueño, la angustía, los detalles por encima, sólo quería explicarle el dolor y lo que me recordaba lo que había sentido.

-      Este sueño tiene que ver con mi adolescencia – le informaba- he vuelto a sentir esa etiqueta y esa manera de dañarme en casa.

Sólo pudo responderme:

-       Pues sí que ha sido intenso el sueño.

Y yo confirmar con un:
-       Buf! Sí, sí que lo ha sido

2 comentarios:

  1. Querida amiga.
    No estoy acostumbrado a leer ni a escribir, pero solo decirte que me ha sosprendido lo bien que me has introducido y compartido tu sueño.
    Me asombro la capacidad de retencion que tienes. Me gustaria poderme expresarme con la escritura , pero aun me queda recorrido para llegar hay.
    Besos y simpre en tu entorno.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias mi amor, llevas tanto dentro que el día que nos sorprendas con tu literatura vamos a flipar.
      Te amo.

      Eliminar